lunes, 11 de agosto de 2008

ayer fue domingo


Y yo, macerado en la pereza de la tarde, pude terminar de leer la tercera entrega de El Marqués de Anaon, que me ha gustado menos que las dos anteriores, si bien debo decir en su favor que tiene una atmósfera más compacta y mejor conseguida, y que Bonhomme cada vez dibuja (y narra) mejor. Pude también leer el tercer libro que Drawn&Quarterly dedica a recopilar la obra dispersa del gran Tatsumi; una lectura agridulce, yo les diría que es de las poquitas cosas que de verdad dejan poso.


Y vi dos episodios, los de esta semana pasada (voy con retraso, por lo que les contaba más abajo del sillón de Liniers... bueno, del mío, ya me entienden...), de Torchwood, que me parecieron sorprendentes y muy refrescantes. (Y me dirán que qué fácil es sorprenderme a mí... y sí, no lo he ocultado nunca: a mí se me engaña enseguida, me lo creo todo si está contado con un mínimo de talento y desparpajo. Pero en este caso no es así: es que en Torchwood escriben muy bien, y están llenos de ideas que, si no son nuevas, sí están tratadas como si lo fueran.)

Bueno, y vi las dos entregas correspondientes de
Primeval (Invasión Jurásica, en fin), que... hablando de desparpajo y falta de vergüenza, pues qué quieren que les diga... yo me lo paso bien.


Y allá que se fue otro domingo.

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