sábado, 2 de febrero de 2008

sensorial


Papel y tinta. El olor de la tinta y del papel. Un placer como hay pocos, abrir un libro nuevo y descubrir ese olor denso que precipita un escalofrío y pone la piel de gallina.

Ayer volví a casa con uno de esos libros, un título que, además, cuenta con el atractivo de la nostalgia: Los tebeos de nuestra infancia. La Escuela Bruguera (1964-1986), de Antoni Guiral. (Edita El Jueves, ya saben, en su colección lujosa.) Un buen puñado de páginas en las que recuperar las historietas, los personajes, los autores con los que uno echó los dientes y aprendió (literalmente) a leer. Raf, Ibáñez, Vázquez, Peñarroya... un largo etcétera. Un libro que leeré despacio, pero que es más de mirar y disfrutar, de oler, de acariciar. (Al menos, yo lo considero así: el análisis, la datografía, las fechas y los nombres... me gusta que estén ahí, saber que los tengo a mano... pero yo lo que quiero son los tebeos.)

(Para no abandonar lo sensual, más tinta sobre papel: me hice con La invención de Hugo Cabret, al final; estas cosas prefiero comprobarlas de primera mano. La edición es muy bonita, muy plástica. Y ese olor...)

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