viernes, 29 de febrero de 2008

cascarudos


Estuve leyendo, se acordarán, El eternauta, de Oesterheld y Solano. Una lectura apasionante que me deslumbró y me sorprendió. ¿El argumento? Ya saben: una invasión alienígena ambientada (primer acierto) en el Buenos Aires contemporáneo del lector del momento. Invasores esquivos, tono apocalíptico y minuciosidad narrativa. Es difícil precisar cómo y por qué funciona tan bien todavía. Sólo les diré que la peripecia de los protagonistas se sigue con progresivo interés, que el ritmo pausado y la permanente sensación de amenaza no decae en ningún momento. Les diré que los mimbres que Oesterheld trabaja no son novedosos en absoluto, antes al contrario... y, sin embargo, hay algo, una combinación particular de elementos, un acierto feliz, que transforma este libro en un auténtico clásico. Y quiero decir clásico clásico, de los de releer de cuando en cuando, de los que dejan imágenes perdurables: esa nevada ominosa, los cascarudos, los manos que mueren mirando las estrellas...

El trabajo de Solano es notable, con el muy adecuado tono pulp, con el sombrío realismo que la historia pide. Y la edición de Norma, excelente.


(Un consejo: si no se hicieron con él, corrijan su error. Uno de los libros importantes del año pasado... y un de los libros importantes de siempre.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y cuando el guionista es bueno y además buen escritor, no hay cartucho de texto que se haga pesado.

A mi es de los pocos tebeos 'serios' que realmente me han gustado, sobre todo en su primer tercio.