lunes, 31 de julio de 2006

final de mes




El fin de semana he podido ver un par de excelentes películas, de las que me reconcilian con el cine como medio flexible y capaz de expresar emociones con un mínimo de elementos y un máximo de talento. (De esas lentas, que dirían algunos...)


Primero, Broken flowers, de Jim Jarmush, con un Bill Murray post-Lost in translation que se ha transformado en un puro icono vagamente pop y de apabullante solidez dramática. El reparto femenino es de respeto, y Jarmush sigue tan lacónico como de costumbre, elegante y matemático: sabe bien cuándo y dónde debe cortar una secuencia y cuándo puede mantener el plano.


Luego, anoche, La vida secreta de las palabras, de la Coixet, una muchacha a la que se tiene aprecio en esta casa, ya saben. Lo que hace me ha gustado siempre mucho, y esta última película está a la altura de sus mejores títulos, con una actriz protagonista fascinante y una labor contenida por parte de Tim Robbins que invita al aplauso. La historia, además, tiene un núcleo terrible, una bomba emotiva que desarma, sorprende y cautiva.

Más cosas. Después de la nevada de ayer, con las calles cubiertas de un colchón gris y blando, pasear casi le hace a uno sentirse en una película de Tim Burton (de las de antes, de las de gótico caramelizado). El cielo ha amanecido azul cobalto y suenan Sonic Youth con su último trabajo, Rather ripped, una banda sonora inmejorable.

Hoy habrá más gente de lo habitual en la tertulia, creo. Además, el restaurante de costumbre ha cerrado ya (vacaciones) y habrá que localizar otro cercano... Una pena, porque ponían una fabada muy razonable que sentaría muy bien con estos fríos árticos... Les contaré en qué queda todo luego, a la vuelta. (Pero será ya agosto, eso sí.)

Buen día.

domingo, 30 de julio de 2006

pantalla

Hoy, en la pantalla de la televisión he visto niños muertos. Un buen puñado de ellos. Los sacaban de entre los escombros, cuerpos rotos, manchados de polvo y sangre.

Ayer mismo asistí a una conversación sensata en la que un sensato amigo defendía la postura de Israel en el conflicto echando mano de memoria histórica y diciendo claramente algo que casi nadie dice o quiere decir: es una guerra, en toda regla. Una de esas guerras modernas no declaradas y en las que las convenciones internacionales se ignoran. Una guerra contra el terrorismo, se ha ocupado Bush de insistir en ello: esto de Israel de ayer, de hoy, de los últimos días, forma parte de la guerra contra el terror que los USA iniciaron en Irak después de la caída de las torres.

Y hoy, viendo los niños muertos en la televisión, me reitero: no me importan las razones históricas, la posición de Israel en su entorno, el acoso del terrorismo islámico contra sus posiciones. Nada de todo eso tiene importancia, me parece, cuando la gente de Cruz Roja rescata cadáveres de niños de entre los escombros de un edificio aplastado por las bombas israelíes.

Y me pregunto cómo esperan, los israelíes y quienes los apoyan, que destruir un país como Líbano, aplastar sus infraestructuras, machacarlo sin piedad, metódicamente, pueda hacer que su población rechace a los radicales de Hezbolá y su política de hostigamiento. ¿No parece razonable pensar que de las ruinas lo único que puede surgir es el odio, el ansia de revancha? ¿No tiene la población libanesa el mismo derecho de defensa que invoca Israel para atacar? ¿No va a generar un apoyo incondicional a los radicales, en Líbano y en el resto de países árabes?

¿No hay manera de arreglar las cosas sin recurrir al cohete terrorista, al carro de combate, al bombardeo masivo... sin recurrir a los niños muertos? Me niego a pensar que no la haya. (Otra cosa es que haya voluntad de encontrarla...)

tormenta

La tarde ha traído consigo el gris en el cielo y un viento cuajado de cuchillas que arrasaba la calle después de comer. Pronto han aparecido los primeros copos, gruesos, arrastrados por la tormenta. Después, la cosa ha arreciado y ya apenas podía distinguirse la fachada de enfrente como una sombra en la pantalla de un televisor sin señal.




En casa, mientras tanto, lectura tranquila. Hay algo particular en la sensación de estar protegido en tu sillón, a resguardo del ruido y la furia. Hay algo muy especial en leer tranquilamente mientras fuera, en la calle, se escuchan aullidos y no se sabe bien si es el viento o son los lobos, que bajan a protegerse a la ciudad.



Lectura: Parpadeos, de Eloy Tizón. Hasta ahora, dos breves relatos que me han enganchado: escritor cuidadoso y de minucioso lirismo. El libro promete.

cartel

A través del amigo Jorge Iván les dejo aquí el cartel de las próximas Jornadas de Avilés.



Del 5 al 9 de septiembre, ya saben. Si tienen unos días libres, no lo duden...

(El cartel, por cierto, lo firma Kenny Ruiz.)

noticiario

Primero, y vía tirafrutas, un enlace al listado de premios del Injuve de este año.

Luego, que gracias a Alex, uno de los artífices de Una Al Día, les dejo aquí enlace al blog de Eduardo Punset, un señor al que se le tiene fe en esta casa de ustedes.

Tercero, y para terminar, señalar que Punch, un apreciado contertulio de esta y otros casas, abrió, no hace mucho y a raíz de la nueva publicación en castellano de la serie, un espacio dedicado al comentario de Sandman, la obra emblemática de Neil Gaiman. Va despacito, pero con buena letra...


Por lo demás, se nos acaba ya el mes de Julio y lleva dos o tres días sin nevar, hay que ver... Los amaneceres son de hielo, eso sí. Cada día.

La canción de hoy: Going underground, de The Jam.

sábado, 29 de julio de 2006

cabreos

Cúmulo de insensateces. Por un lado, los obispos otra vez, poniendo el grito en el cielo por una técnica que llaman eugenésica y que asegura (hasta donde se puede hoy asegurar) que los hijos de portadores de enfermedades graves y hereditarias nazcan sin ellas... Por otro, ellos otra vez contra, otra vez, el matrimonio gay y una ley que, insisten, atenta contra la naturaleza del ser humano (¿?) y que, insisten, no debe cumplirse. (Desobediencia civil... qué paradoja, encontrarse ese concepto en labios de la misma Iglesia que paseó a Franco bajo palio y declaró el levantamiento del 36 Cruzada.)

Por otro, lo de la memoria histórica. Y Rajoy (por debajo, por cierto, de Llamazares en la encuesta del CIS sobre confianza del ciudadano: eso es caer en picado, lo demás tonterías) declarando que no es momento de reinterpretar la Historia... Pero es que no trata, esa ley, de reinterpretar nada. Reinterpretar tiene más que ver con las invectivas que desde su partido y acólitos se lanzan contra la República, queriendo ponerla en el mismo nivel que los golpistas que la derribaron y desdeñando su constitución. (El propio Zaplana, estos días, se ha despachado a gusto al respecto.)

Y como voy con prisa no me extiendo más... Pero no descarto más cabreo para mañana, porque bien leída, la cosa tiene su miga.

Buenos días.

viernes, 28 de julio de 2006

esta noche

Huele a lluvia. La nieve se fundió a lo largo del día, la tierra se ennegreció.

El cielo está despejado, las estrellas brillan como cristales de hielo.

Una sombra se desliza, lenta, sobre las azoteas.

El dirigible está en pruebas aún, según leo. Ya sorprende que el alcalde, empeñado como está en horadar la ciudad, obsesionado con el subsuelo y los cimientos, haya decidido ocuparse del cielo un poco.

Serán varias líneas, serán alternativas al resto de los transportes públicos. Helio, claro; queda lejos el Hinderburg y la lluvia de fuego...


(Está helando... Casi puede uno ver cómo cuaja la escarcha. Hora de cerrar la ventana. Hora de meterse en la cama. El día ha sido largo...)

correo

Guardo las cartas que van llegando en una caja pequeña de madera. Tiene, en la tapa, una estampa japonesa: un jardín con su puentecito, azul y negro y oro.

Las leo despacito y voy ordenándolas por remitente y fecha. Me gusta releerlas de cuando en cuando.

Las cartas de Marte no. Las cartas marcianas las guardo aparte, y tengo que limpiar casi a diario los zarcillos rojos, los brotes tiernos que amenazan con aferrarse al escritorio e invadir la habitación.

Hoy había otra en el buzón. El remite, en blanco. Cuatro folios escritos con letra apretada y por las dos caras. Una fotografía desvaída y un aroma salado, como de playa con marea baja.

un espejo

No me gustan las palomas ni los caniches. Detesto las multitudes.

No sé nadar ni conducir. Ni patinar, ni montar en bici. (Vaya niño fui...)

El campo me aburre, sin entrar en detalles. Más de una semana fuera de Madrid se me hace un mundo, y hasta me cuesta respirar.

Me gusta, eso sí, la conversación, si bien es cierto que soy de natural callado.

Me gustan los gatos y me encantan los bull-dogs.

Me caen bien los gorriones descarados que uno ve por la calle y que se pasean entre tus pies cuando estás en una terraza tomando algo.


Me gusta, también, la gente. Casi toda la gente, pero no en grupo, no en masa.

Me gustan los libros, las historias ajenas, los días nublados y el vino tinto.



Y me gusta mi gente. Me gusta mucho mi gente...

jueves, 27 de julio de 2006

en tren

Ah, sí. He vuelto en tren hoy. Cercanías. Desde Atocha, ya saben...

Rápido y cómodo. Lamentablemente, la ruta es subterránea y no he podido disfrutar del paisaje: Madriz está precioso, vestido de blanco y azul, nevado y frío.

Luego, una única parada de metro hasta casa, que se ha demorado más de la cuenta (claro).

Al llegar a casa he descargado mis compras apresuradas de esta mañana: DVDs varios (ya les iré contando en su momento...), algunos saldos musicales, un libro de Eloy Tizón del que he leído alabanzas sin freno: Parpadeos, una colección de relatos.

Y ahora, antes de escribir estas palabras, he subido la imagen del post anterior, que blogger andaba esta mañana intratable...

Les dejo ahora: he recibido más correo de fuera. (Uno de los sobres está dibujado, rojo y negro. El otro es grueso, parece contener una buena cantidad de folios. El tercero no tiene remite; sólo una frase escrita con pulcra letra redonda: en tránsito.)

hierba roja

He soñado que hacía sol, que las calles estaban abrasadas de calor y el aire sabía a ceniza y metal.

He despertado con sobresalto, pero por fortuna el resplandor de primera hora de la mañana iluminaba un suave paisaje nevado al otro lado de la ventana. Aceras blandas y coches embozados en gris y blanco. Nubes cristalinas de aliento condensado. Olor a tierra mojada, a madrugada limpia.


No les dije ayer: tengo en reserva, para cuando termine con el libro de Gaiman, otro Rodrigo Fresán: La velocidad de las cosas. Creo que me gustará... (Ando a la caza, además, de un par de títulos de Eloy Tizón... Tengo buen pálpito al respecto. Ya les contaré.)


Al salir a la calle para comprar el diario he mirado el buzón: ayer ni tuve tiempo, con los retrasos intolerables en el suburbano. (Hoy, si tengo tiempo, investigaré si hay manera de acercarme a casa en tren. Aunque me deje a un par de paradas de metro... Cada vez se deteriora más la red subterránea, no sé si debido a la nieve que se funde e inunda los túneles o por pura dejadez administrativa... aunque sospecho que va más por la segunda opción.) He descubierto una extraña floración dentro, una sombra escarlata de esporas suaves y minúsculos tallos correosos. Me he acordado de la carta marciana. Me he acordado de Wells y su novela, de Londres a merced de la hierba roja.


bibliotecas

Más correo. Me llega el enlace para la nueva entrega de CómicTecla, que pueden bajarse de aquí. (Botón derecho y etcétera, ya saben: pdf.) Viene con textos de interés, como de costumbre: dos sobre el difunto Alex Toth, uno sobre el pasado Saló de Barcelona, una entrevista con Fermín Solís, una batería de reseñas.

Bibliotecas... Una imagen agradable, ahora que sopla el viento helado ahí fuera, al otro lado de la ventana. Una mesa grande, de madera oscura. Un buen montón de libros sólidos, de los que gusta hojear despacio. El sabor de una taza de café. Quizá un cigarrillo, fumado despacio, disfrutado entre frase y frase.

miércoles, 26 de julio de 2006

al amor de la lumbre

Vigilo el buzón. En los largos inviernos, nada mejor que el correo de los amigos para amenizar las noches de chimenea y vino tinto.

Ayer, carta de M: en tránsito, desde alguna estación perdida. Habla de bosques oscuros y de estrellas fugaces. Cuenta de sus compañeros de viaje, pálidos lectores de conversación lánguida y mirada cansada.




Hoy, dos cartas. La de K tiene remite marciano y viene cubierta de un polvo rojizo, liviano, que no se va ya de entre los dedos y que ha teñido el buzón. La otra es gruesa, viene llena de dibujos y sorpresas.

Cada noche, con una copa de vino, repaso el correo y viajo, desde aquí, hipnotizado por las llamas, acariciado por las palabras, por el tacto del papel.

jardín lunar

A través de la ventana se ve una nieve blanda que se acumula sobre las hojas del rosal. En el suelo hay ya un resplandor blanco y poroso. El cristal está frío y empañado: dibujo con la mano un óvalo que chorrea despacio mientras miro, al otro lado, la oscuridad pálida de la noche.



Me llega noticia de la publicación de una antología, en castellano, de Barsowia, la cabecera galega de historieta autóctona. La semana próxima, en principio; quizá la siguiente: si los camiones de distribución no se quedan atrapados por la nevada... Edita Dolmen.


Y, para las noches frías, lo mejor es una buena serie de televisión y una taza de té calentito. Hoy, Mujeres desesperadas cerraba temporada, y lo ha hecho a lo grande. (Grabo, mientras tanto, Anatomía de Grey y Queer as folk: de ambas hablaré uno de estos días.)


(En fin, para las noches frías se me ocurren cientos de cosas mejores que té y tele... pero venía al pelo la frase, ustedes me entienden.)

Buenas noches... y tengan cuidado con los lobos.

martes, 25 de julio de 2006

escarchas

He escuchado lobos al alba. Aullaban a la luna que se iba, o quizá al cielo gris que se teñía de rojo hacia el Este. Aullaban antes de retirarse a sus cuevas. Al salir esta mañana a comprar (periódico, pan, ya saben...) he visto sus huellas húmedas en el jardín. La escarcha se fundía y oscurecía la tierra... Es lo que tienen los climas fríos, las grandes estepas heladas.



Las nubes se han retirado ahora, el cielo está azul y el sol se derrama sobre las fachadas, brilla en las ventanas cerradas. He sacado el abrigo más oscuro (bueno... no fardemos: el abrigo) y me preparo para llegar al trabajo. No sé si la nieve de ayer no habrá atascado el metro... He oído que el Ayuntamiento de la Ciudad está preparando dirigibles ligeros para facilitar el tráfico... No sería mala cosa...

Yo, mientras tanto, les dejo con un enlace que, dados los últimos acontecimientos, se hace ya imprescindible. Se lo dejo aquí, y lo incluyo en los de lectura obligada, a la derecha de ustedes.

Un saludo.

revancha

Estoy muy harto de sudar a lo tonto, de respirar aire caliente, de caminar sobre asfalto en ebullición, de no dormir en condiciones, de pasarme los días agotado...



_____________Se acabó, amigos. Todo eso se acabó.




Desde hoy, es invierno en Flora y Fauna. (Además, estarán conmigo: es más estético el frío, dónde va a parar...)



_______________________Quedan avisados...

lunes, 24 de julio de 2006

a un click de la nada

Me llega un mensaje y lo dejo aquí, por si alguien.

CNN ha organizado una votación online sobre la invasión de Beirut por parte de Israel. La cosa va igualada, con ventaja para los pro-israelíes. Naturalemente, como ellos mismos aclaran, los resultados de la votación no son científicos ni reflejan más que la opinión de los lectores que han decidido votar, que no serán todos. La votación, en otra palabras, es perfectamente inútil.

Otra cosa es que luego las cifras y los porcentajes sirvan de algo en la guerra de demagogias...

Cosa de gestos, en fin. Como siempre.


Les dejo aquí el enlace, por si quieren votar. Vayan a la ventanita de quickvote...

domingo, 23 de julio de 2006

los deberes

Algunas lecturas más me quedan por comentar. (Y otras me quedan por hacer...)




El libro de variaciones en torno al Guernika editado este año por la Semana Negra es irregular, como toda antología, pero es quizá el más redondo, hasta hoy, de los que han publicado los de Gijón en esa línea (La habitación de Arlés, Leonardo, Salgari...). Hay una historieta de Lorenzo Díaz y Esther Gili de la que hablé bien hace ya unas semanas, pero hay además trabajos potentes de gente como Gallardo, Stuart Immonen, Marta Cano, D'Israeli, Olivares. Y hay textos interesantes, como la sorprendente colaboración de Pilar Pedraza (claro). En general, diría que lo ha hecho mejor quien se ha alejado más de la pura mirada histórica para adentrarse en las grietas, para darle al cuadro la vuelta y contar un poco del bastidor, de las telarañas que se acumulan detrás, por así decir.




Mientras tanto, en los túneles del metro sigo con mi lectura de Anansi Boys, de Gaiman. Es una novela agradable, está bien escrita, hay mucho humor y unas cuantas imágenes de impacto. Veremos cómo la traducen, cuando lo hagan: mantener el tono british va a ser complicado, me parece.

sobremesa

Antes de que se me olvide: en La 2, esta tarde, a eso de las cuatro, La película de las Supernenas. No se la pierdan.



__________________________(¿Qué miran? A mí me gustó...)

luto (pero menos)


Que murió, la semana pasada, Spillane, el creador de Mike Hammer. Leo su cronológica por ahí y me sorprenden un par de cosas: que empezara escribiendo comic-books y que haya publicado un par de libros infantiles.

Frank Morrison Spillane nació el 9 de marzo de 1918 en Brooklyn y escribió guiones para Funnies Inc. durante los años treinta. A la vuelta de la Guerra Mundial decidió que le llamaba más la narrativa y publicó, en 1947, su primer gran éxito, que definiría su manera de escribir y casi se convertiría en un mojón de la cultura popular norteamericana; para bien y para mal: I, the jury, novela de la que la crítica dijo que era "espectacularmente mala". Pero Spillane no escribió nunca para la crítica, y en sus declaraciones le gustaba dejarlo clarito: él escribía para el público. (También dijo en algún momento que él no tenía lectores, sino compradores...)

En 1951 se hizo Testigo de Jehová, y durante esa década su producción fue breve, amén de perder gran parte de su contenido violento y sicalíptico.

Además de una larga lista de novelas y adaptaciones fílmicas, probablemente será recordado siempre por su creación más conocida: el detective Mike Hammer. Entre sus obras, merece la pena destacar, por lo inesperado de su tono e intención, The day the sea rolled back (1979) y The ship that never was (1982), dos títulos infantiles de los que en su momento se habló muy bien.

Imagino que Frank Miller, mientras perpetra ese Batman en lucha con Al Kaeda con que nos amenazó hace meses, estará desolado por la pérdida: no en vano Spillane parece ser la única referencia literaria de la que hace gala. A mí, qué quieren, nunca me interesó su obra, si bien reconozco su trascendencia a la hora de definir determinados subgéneros y alimentar posteriores relecturas, casi siempre más interesantes que el modelo. Es más: debo admitir que me ha sorprendido que estuviera vivo aún...

Descanse en paz.

sábado, 22 de julio de 2006

contra...

Por cierto, se me olvidaba comentarles, así a vuelapluma: que los USA han enviado un cargamento especial de bombas guiadas a los israelíes, que parece que les queda todavía mucho por destruir.

No, por nada. Por lo de la nueva diplomacia, que dice la Condoleeza.

Me marcho al trabajo. Que no sea nada...

contra el verano

Que no puede ser ya, hombre... Yo quiero que me devuelvan mi clima continental de antes, el que estudié en la escuela: con sus veranos calurosos y sus inviernos fríos, con sus primaveras y sus otoños... Esas cosas. Que ahora sólo hay inviernos calurosos y veranos abrasadores... Que la calle parece la superficie de Mercurio y el asfalto no está ya reblandecido, sino que se resquebraja bajo los pies como lava recién escupida. Que a uno le da la sensación, cuando respira, de estar respirando fuego. Cuando puede respirar, digo...

Arf!

En lo que a lo demás respecta, ayer tuve una mañana estimulante y una tarde animosa, aunque para cuando llegué a casa venía ya derrengadito. Estuve mirando un rato, por la noche, Blade II, que me parece francamente divertida y espectacular, muy plástica y con buenas dosis de adrenalina donde deben estar. No sé si es la mejor película que ha firmado Guillermo del Toro (su Kronos me pareció hechizante), pero sí la de factura más impecable y la más gamberra, cosa muy de agradecer. Me acosté pronto, mucho antes de que terminara.

(¿Dormir? De puta pena: va siendo costumbre canicular ya...)

A ver hoy...

viernes, 21 de julio de 2006

de luz y ...

¿Ven qué les decía? Apenas es la una de la madrugada, yo estoy un poco roto y en Tele5 hay ya, en riguroso directo, un Tómbola especial Julián Muñoz con una jauría de contertulios e imágenes "impactantes" del tipo en los juzgados y tal.

La guerra que va a dar, todavía...

jueves, 20 de julio de 2006

tómbola

Dice la Leal Oposición que tenemos un gobierno antisemita, ahora. Por el lío este de exigir a Israel que respete la legalidad y etcétera. (¡¡¡!!!)




Menos mal que han detenido a Julián Muñoz y ya todo se nos va a ir en cotilleos y la gestualidad martirizada de la Pantoja, indignadísima por tanta injusticia...



Eso sí, que cada vez estoy más contento de haber votado al psoe... (aunque votar, lo que es votar, lo hice contra el pp... pero ya ven...)



En otro orden de cosas, les cuento que está sonando en casa un algo de Sonic Youth, que la electricidad desbocada viene siempre bien para cargar pilas de cara al largo día. Y que ya es jueves... Quién lo diría, ¿verdad? Pero es que se nos va julio ya... y la casa sin barrer...

miércoles, 19 de julio de 2006

nubes

Será que estaba ya agotado de las noches anteriores o será que de verdad ha hecho menos calor, pero he dormido hoy como un cesto. (Vale, me he despertado un par de veces y la almohada está pelín húmeda todavía...)

Y cuando he salido a la calle estaba todo gris y olía a lluvia lejana... Incluso me han caído cuatro gotas al ir de camino al mercado. Cuatro, sí: que las he contado. Un gesto, en fin... A ver si la cosa se va civilizando y puede uno volver a respirar... (Pero el sol pica, eso sí.)

Voy un poco apretadito de tiempo hoy: he hecho más de lo que tenía previsto. O me he dispersado más, no sé bien.

Por cierto, y antes de cerrar, los episodios de ayer de Mujeres desesperadas me parecieron especialmente notables. Sé que es una serie que genera pasiones encontradas: o se ama o se detesta. Yo, por ahora, estoy en el primer grupo, aunque con altibajos en mi entusiasmo. En el segundo grupo abunda, diría yo, un cierto despiste: no hay ni sombra de registro realista en la serie, pero parece que mucha gente quiere creer que sí, y claro... no encajan las piezas. Pasaba un poco eso con Sexo en Nueva York, creo...

¿Qué más? Poquito... ¿Les he contado que me han cortado la línea 6 de metro? Ahora tengo que ir a trabajar por el camino largo: línea 5 y transbordo en Gran Vía a la línea 1. Antes, el cambio lo hacía en Pacífico: un ahorro de diez minutos, más o menos... pero ahorro, al cabo. Lo malo no es el retraso, que también, sino que voy a tardar un tiempo en hacerme al recorrido y más de un día me voy a despistar y voy a acabar en la línea que no es... Que soy muy distraído, yo...

En fin. Buenos días.

otro enlace de guardar

Como él dice, también tiene derecho a abrir blog.




__________________________Echen un ojo, echen.

martes, 18 de julio de 2006

la vuelta

El placer de reencontrarse con la gente. Con alguna gente, en fin.

Un abrazo.

Por lo demás, todo sigue igual, más o menos.

(Del trabajo, hablo.)

puf, 18...

Eso, que al menos ha amanecido nublado. No creo que vaya a servir de mucho, pero he conseguido que en casa corra un poco de aire a fuerza de ventilador y ventanas abiertas... (Menos es nada...)


Ayer me volví a casa, no les conté, con un librito editado por Blur en su colección"Ilustrados": Cynthia Siesta, con ilustraciones de la chica del título, muchas de ellas para discos del sello que también está en el título. Una pequeña joyita. Y me volví con un libro de Luis Alberto de Cuenca, dedicado. Y con un flamante ejemplar de Guernica Variaciones Gernika, el libro estrella de la Semana Negra de este año, del que les hablaré en cuanto que pueda leerlo.

Y hoy... bueno, ya saben. Que es 18 y se cumplen años de un célebre despropósito de nuestra historia que algunos están empeñados en disculpar, disfrazar o tergiversar. Para mí está bastante claro: un grupo de militares, apoyados por determinados poderes, se sublevó contra el orden constitucional y provocó una guerra que condujo, lamentablemente, a una dictadura larga y criminal. En pocas palabras.

Hoy, además, vuelvo al trabajo. Hasta septiembre no habrá más días de vacaciones. Un mes y medio por delante... Al menos, he cargado pilas estas casi dos semanas...

En fin, poco más.

Buenos días.

celia

He leído un post de los que dejan poso amargo. En un sitio amigo. Me ha hecho recordar a C, con la que trabajé un tiempo, apenas unos meses. Ella era, es, pequeña y delgada, de aspecto frágil y gesto decidido. Cuando empezó a trabajar tenía gracia vernos: yo no soy especialmente hablador, y ella tampoco, de manera que se oían los grillos a nuestro alrededor. Ella escribía cartas en francés a sus amigas y yo ni sé lo que hacía: leer, a lo mejor. Mirar a la gente.

Con el tiempo, descubrí que daba gusto estar con ella. Que no se echaba atrás ante nada: si había que ir a una sala del museo a traducir a algún turista energúmeno y procurar que entendiera que la puerta estaba donde estaba y que esos señores fornidos estaban allí para acompañarle, allá que iba sin pestañear; si había que aguantar la bronca de alguien indignado por, qué sé yo, porque la señalética no estaba en galego, o en italiano (o en inglés, en fin), pues ahí estaba ella, con su sonrisa dulce y su mirada de perpetua sorpresa. Y sin echarse atrás por nada ni ante nada.

Dejé de estar en ese puesto y la perdí de vista. Con el tiempo, descubrí que estaba de baja. Había tenido algún tipo de ataque extraño que la había paralizado de cuello para abajo. Luego, al cabo de unos meses, volvió a trabajar. Se había cortado el pelo y le sentaba muy bien: le daba aire de chaval, de golfillo. Trabajó, no sé... quizá dos, tres meses. Y volvió a darse de baja: había perdido el control de alguna de sus extremidades.

Hoy, después de casi un año de no verla, sus compañeras me cuentan de vez en cuando. La visitan, hablan con ella por teléfono. No camina por sí sola, o no todos los días. Sigue sin estar claro qué le pasa, qué le ocurrió. El otro día, una de ellas me lo decía en voz baja: esclerosis; pero me decía que tampoco había pronunciado nadie esa palabra, ni siquiera C; que era algo que se daba por sentado y ya.

Es muy joven, habla un curioso francés nasal y un inglés con acento afrancesado, solía escribir cartas largas a sus amigas y no tuvo problema en trabajar en dos sitios a la vez a pesar de que iba estando cansada, antes de.

No sé, me he acordado de ella hoy, después de leer a la vecina. Me gustaría pensar que va a mejorar.

Seguro que sí.

lunes, 17 de julio de 2006

despropósitos

Leo, leo...

Decía ayer un señor con barba (¿o fue anteayer?), de la oposición, que la comunidad internacional no toleraba pacifismos de diseño, y lo decía porque ZP había declarado en público que dicha comunidad internacional (sea lo que sea eso, en fin) debía exigir a Israel que dejara los bombardeos y tal. (Ya luego la cosa fue por los derroteros de costumbre y el de la barba acusó de mentir, y uno con bigote se puso tan solemne y ya se hacen una idea...)


Veo, veo...

Edificios derruidos, sangre, cadáveres desmembrados. A uno y otro lado, pero sobre todo a un lado. Cuestión de equilibrios y desigualdades. Muerte, en cualquier caso. Y un puñado de gente que se dice representantes de los más ricos, de los más poderosos, haciendo malabarismos verbales para no ofender a nadie (ofender, qué cosa) a la hora de pedir a las partes que se corten un poquito y que igual sin misiles se podría llegar a alguna parte...


Leo otra vez...

Aquí, ayer, la Cofradía Marinera de Vallecas declaraba que a ver por qué tiene que prohibir nadie una fiesta que lleva 25 años celebrándose, hombre... Y que, paradojas, este año tenía como lema "Mójate por el Sáhara"; una fiesta que es una batalla de agua, con miles de litros corriendo calle abajo y desapareciendo en las alcantarillas del barrio...

(¿La prohibición? Nada, cosa de poco: la sequía y eso. Minucias. Donde estén las centenarias tradiciones populares, aunque tengan 25 años...)


Y leo más:

Que por ahí se sigue insistiendo en la conspiración del 11M, que fue todo una treta del partido que hoy gobierna, que estaban de acuerdo con ETA y con los islámicos... O con los servicios secretos de aquí, de allá, de acullá... O con los marroquíes, o con los franceses, o con sandios...

Y todo, investigado y defendido desde periódicos de-mo-crá-ti-cos y medios radiofónicos con tiaras y evangelios detrás...


No sé, no sé... Igual me he levantado mosca o algo... O igual es el calor, que acaba por cabrearme y ya no me deja...

una entrevista

Les dejo enlace aquí, y vía KB, a una entrevista con Jesús Cuadrado, realizada con motivo de la presentación, en Logroño, de su poemario Versos en frío, editado por la gente de 4 de agosto.

domingo, 16 de julio de 2006

caprichos

La tarde avanza. A esta hora el sol no da ya en este lado de la calle y puede uno subir un poco la persiana para que entre la luz. La calle está naranja y está gris. Y azul, el azul limpio del cielo.



Suenan Baxendale. He empezado a leer Anansi Boys, la última novela de Neil Gaiman. Me han asegurado que no es mala. Por lo leído hasta ahora (los dos capítulos primeros), tiene el punto justo de ironía que uno agradece. El ventilador empieza a ser el electrodoméstico más necesario de esta casa. Ni DVD ni hostias. (Bueno, está el frigorífico: cerveza fría, agua fría, tomates fríos, gazpacho frío...)

películas


Ya les dije: vi ayer aquí, en casita, El castillo ambulante. Y disfruté mucho.

Miyazaki Hayao. Muchos de ustedes habrán visto alguna de sus películas, o se habrá encontrado con alguno de sus trabajos para televisión, de Heidi a un Sherlock Holmes steampunk protagonizado por animales antropomorfos.

Sería superfluo contarles que mi preferida es, todavía, Totoro, que transmite una magia muy especial. Como sería superfluo explicarles que las primeras películas que vi suyas eran copias de segunda o tercera generación y en sistema NTSC, en japonés a pelo. (Qué tiempos...)



El castillo ambulante adapta una novela de Diana Wynne Jones, escritora británica especialista en fantasías juveniles de tonos oscuros, y practica esa técnica narrativa que yo llamaría "de inmersión", y que consiste en sumergir al espectador en un mundo cerrado y coherente sin explicarle nada, confiando en que el devenir de la historia le mantenga pegado a la butaca y que sean los personajes y su peripecia los que le proporcionen la brújula para no perderse. Así, en los primeros minutos asistimos a desfiles militares en una ciudad europea anónima, comprobamos que probablemente la acción tiene lugar hacia finales del siglo XIX, contemplamos con sorpresa que hay máquinas voladoras de extraño diseño, amenazadoras y pesadas, conocemos a la protagonista, que a su vez conoce a un extraño mago con quien sobrevuela las calles de la ciudad para eludir la persecución de unas sombras misteriosas. Y vemos el castillo del título, una sorprendente máquina que parece funcionar con vapor y que se desplaza sobre cuatro patas mecánicas por los valles que rodean la ciudad. Todo, presentado ante el espectador con una fluidez hipnótica que lo atrapa y lo hechiza y no le deja ya parpadear durante el resto del metraje.




Sí es cierto que Miyazaki parece haber dejado a un lado la complejidad de títulos anteriores, dejándose llevar por el puro placer de construir una historia sin demasiadas implicaciones, una aventura en la que no falta la melancolía, desde luego, pero que busca una ligereza premeditada, el placer de fabular. No me parece mala opción. Ni me parece, por cierto, que falte ninguna de las constantes temáticas y poéticas que tanto peso tienen en su filmografía: el vuelo, la pérdida, la preocupación por la influencia destructora del hombre en el entorno, el protagonista que crece (literal o metafóricamente) a lo largo de la historia... Que esta vez la mirada quiera ser más liviana, ya digo, no me parece mal.

En cualquier caso, no les cuento más. La película me gustó mucho. La tienen por ahí, en DVD. No lo duden...



(En otro orden de cosas, he estado viendo también Erik el vikingo, de Terry Jones. Hoy mismo. Hace un ratito. Un trabajo sorprendente, tremendamente creativo en lo visual, muy fresco y lleno de ironía. Con un Tim Robbins hilarante e histriónico y con un magnífico John Cleese... pero él está siempre magnífico.)

cosas de fin de semana

El sol no deja de castigar, ¿saben? Cada vez se hace más cuesta arriba salir de casa. Y cada vez es más difícil dormir de seguido, y uno acaba encharcado y mirando la hora cada poco mientras se remueve en la cama y pierde la mirada en la ventana, como esperando que la persiana se inflame.

El sábado, ayer, se fue con buen sabor de boca gracias al final de la novela de Auster, que me pareció tremendo. Y gracias a la última película de Miyazaki, El castillo ambulante, de la que hablaré más tarde, o un día de estos, pero que les adelanto ya (pero seguramente lo saben de sobra) que es una delicia, unos de sus mejores trabajos. Y gracias, también, a unos sorbos de vino y a un par de episodios de House recuperados a través de la promoción de El País; en inglés y sin publicidad, qué gusto...

Hoy, mientras las aceras arden ahí fuera, anoto algún enlace que me ha sorprendido agradablemente. Por ejemplo, tienen aquí una revista que se pueden descargar en formato PDF. En su redacción está involucrada una vieja conocida, Magda, y eso es una garantía.

Además, un par de nuevos vecinos que en un rato se unirán a la columna correspondiente de enlaces: Fanshawe y Nacho.

Pero es hora ya de ir pensando en qué hacer de comida... Si me disculpan...

sábado, 15 de julio de 2006

tierra


Terminé de leer ya Brooklyn Follies, de Paul Auster.

Me ha gustado, a pesar de que tenía cierta reticencia. Ya les he contado alguna vez que Auster fue uno de esos descubrimientos que lo secuestran a uno durante unos meses y le impiden leer a cualquier otro autor... Un descubrimiento curioso, porque lo hice a través de la adaptación a la Historieta que Mazzuchelli y Karasik hicieron de su Ciudad de cristal en 1994 (hay edición reciente en Anagrama). El tebeo me fascinó, y me llevó a las novelas. Y leí unas cuantas del tirón. Y leí algunos de sus poemas. Y fui espectador devoto de Smoke y Blue in the face.

Luego me cansé. Me pareció que sus mundos eran demasiado cerrados, que sus libros empezaban a ser en exceso repetitivos. Quizá la culpa era mía: uno no llega a un autor y lo toma al asalto de esa manera sin correr el riesgo de atragantarse, de indigestarse, de desarrollar una imparable alergia.

(Por otra parte, ese asedio sin cuartel es muy mío, y lo he repetido ya con varios escritores que me deslumbran en un primer encuentro: Haruki Murakami, Pilar Pedraza, el historietista Sfar últimamente... No siempre acabo aborreciendo al asediado, eso sí.)

De Brooklyn Follies había leído buenas críticas. En todas se señalaba la ligereza que Auster había sabido dar a esta nueva novela, en todas se dejaba entrever que el autor se había librado del lastre de sus trabajos anteriores. Había leído comentarios casuales en diferentes sitios, había surgido en más de una conversación. Y siempre se apuntaba en la misma dirección.

Lo he leído esta semana, ya les dije. Y me ha gustado. He vuelto a disfrutar de su prosa, de sus personajes, de las situaciones y los ambientes. Me ha gustado porque, sin abandonar determinadas constantes (la casualidad como motor, por ejemplo), parece haberse enfrentado a su escritura con un estado de ánimo diferente, alejado de su habitual solemnidad. Hay una frescura y un optimismo contagiosos en sus páginas. Hay un derroche de ironía y de ternura, hay un afán por describir (no sé si por buscar) la felicidad, o una manera de entenderla.

Y hay un puñado de personajes creíbles y cercanos, desarrollados con una calidez y un cariño que hasta ahora no le había conocido al Auster escritor, excepto, quizá, en los guiones de Smoke y Blue in the face... Sí, yo diría que esas dos películas dirigidas por Wayne Wang prefiguraban ya el universo humano y optimista de Brooklyn Follies.

Hay quien reprochará a la novela que se pone un énfasis excesivo en que las historias de todos los diferentes personajes (y son muchos) se cierren, y que lo hagan, en la medida de lo posible, con un final aceptablemente feliz. Hay quien señalará con el dedo los comentarios en contra de Bush y su política, y hay quien incluso pondrá en solfa la referencia al atentado a las Torres Gemelas. Yo no. A mí, todo eso también me gusta, y me parece que forma parte del entramado lógico de la novela, y que ayuda a definir a los personajes.

He terminado de leer, esta mañana, Brooklyn Follies. Y la he disfrutado mucho. Eso quería contarles...


cielo


La Estación Espacial, fotografiada desde el Discovery el pasado 6 de julio, mientras efectuaba las maniobras de aproximación.

viernes, 14 de julio de 2006

isobel






La musa del día: Isobel Campbell, ex-Belle and Sebastian.


¿Por qué? Una canción:
Falling from grace. Aparece en el segundo lp de su actual banda, The gentle waves: Swansong for you.


Tiene más discos, más canciones. Oscila entre lo ñoño y lo sublime. (Ah, pero cuando está cerca de lo sublime...)






La musa del día, ya digo. Pese al calor.

jueves, 13 de julio de 2006

pascin


Ajá.

Hablaba el otro día de majaderías, e inevitablemente debo señalarme a mí mismo. En algún momento, para alguna cabecera que ni recuerdo ahora (¿Urich, U, Krazy...?), escribí un texto sobre Omaha, the cat dancer en el que pasaba de puntillas sobre su condición de culebrón y tiraba de Henry Miller para centrarme más de lo necesario en su condición de tebeo erótico. Una majadería, ya les digo, que me ha venido a la cabeza mientras leía el Pascin que acaba de editar Ponent Mon en un libro impecable.

Porque si la obra de Miller no tiene absolutamente nada que ver con las peripecias de la gatita stripper que alegrara los cuartos de baño de los frikis hace un par de décadas (o quizá unos años menos, que mi memoria va y viene... bueno, más bien va que viene...), por estética y por pretensiones, por intención, por público y por resultado, por fondo y por forma, sí tiene que ver, y mucho, con este trabajo disperso y lleno de vida de Sfar.


Pascin es, en palabras del propio Joann Sfar, una suerte de biografía imaginaria de Julius Mordecai Pincus, pintor de origen búlgaro (y judío) que vivió el París bohemio de lo años veinte y treinta del pasado siglo. El mismo París que vivió Henry Miller y vio la publicación de su Trópico de Cancer. El mismo París que fue una fiesta, el de la vanguardia artística y el hambre atroz, el de las buhardillas sucias y los cielos surrealistas. Y en las páginas de Pascin se habla de las mismas cosas que en las firmadas por el voraz Miller: sexo, mujeres y creación artística; comida, vino y arte (pintura en el libro de Sfar, literatura en la obra de Henry Miller); vida, en suma. Trópico de Cáncer (como todos los libros de su autor) tiene una carga autobiográfica que va más allá de la mera pose (pose que no falta, eso sí: forma parte del personaje), y Pascin también es una reflexión que va más allá del juego apócrifo y hace del libro una de las obras más personales y reveladoras de su autor.

Pascin es un trabajo que apareció, por entregas, en la revista Lapin, editada por L'association. Un trabajo irregular que participa como pocos del amor de Sfar por la improvisación. Cada entrega fue un experimento, en cada una se jugaba con un estilo gráfico, se cuajaba más o menos el dibujo, se jugaba en mayor o menor medida al documentalismo o al sensacionalismo.

En Pascin, cada capítulo es independiente de los demás. El tiempo, la presentación cronológica de la supuesta biografía, se vulnera sistemáticamente en aras de una libertad dramática que favorece la sensación de precariedad de la que la propia vida del personaje principal participa.

La fuerza del relato se cimenta en la caracterización de los diferentes personajes (en especial los femeninos, creo) y en la crudeza con que la peripecia toma forma, una crudeza que sacrifica la coherencia dramática en aras de una espontaneidad no exenta de poesía. Una poesía agria, sí. Una poesía vitalista e inmediata, hecha de sudor y de perfume barato, hecha de piel húmeda y de labios agrietados, hecha de paredes desnudas y ventanas rotas. Una poesía de lo humano, de lo mínimo, de lo lúbrico y de lo vivo.


Para mí, descubrir a Henry Miller fue un asombro permanente. En las traducciones de Carlos Manzano (cito de memoria, pero creo que no me equivoco), devoré sus Trópicos en la misma época que descubría a Lovecraft, a Lem y a D.H.Lawrence.

Leer ahora Pascin no ha supuesto descubrir a Sfar, claro: todos sus trabajos participan, de una u otra forma, de una misma propuesta, y son ya varios los que he ido disfrutando, ustedes lo saben bien. Pero Pascin descubre un estrato más profundo, una mirada más serena. Hay en estas páginas un algo más que las convierte, quizá, en su mejor obra. En la más arriesgada. En la más satisfactoria, también. Leerlo sí ha supuesto recuperar ese asombro con que descubrí la prosa torrencial de Henry Miller.

No les aburro más. La edición de Ponent Mon es impecable. Búsquenla en sus librerías.


(Por aquí les dejo, dispersas, algunas imágenes: cuadros del verdadero Pascin, una fotografía suya, la cubierta del libro, alguna página interior. Pistas.)

más enlaces (y alguna otra cosa)

En primer lugar, un momento para la contemplación. Aquí.

¿Han respirado? Dedíquense unos minutos, vuelvan a pinchar...


Bien.

Ahora, en otro registro, un punto de ironía. Acá.


Y después, la cruda realidad. Pinchen y lean. En efecto, ya se escuchan por ahí palabras de júbilo al respecto del acuerdo. En efecto, siempre está el otro lado, desde el que las cosas no se ven tan de color rosa. Y, tristemente, nos toca demasiado a menudo estar de ese otro lado, el lado gris, el lado de los que acaban por perder siempre.


Era sorprendente (indignante, también) asistir al asombro dolido por parte de los miembros electos del comité de empresa en la última asamblea que se celebró en mi curro. Su doliente sorpresa por la insatisfacción de los trabajadores, por su indignación, por su agresividad. No entendían que la gente estuviera mal, no entendían que se les pidieran explicaciones, que se les echaran en cara las docenas de reuniones inútiles, las inacabables horas sindicales utilizadas en nadie sabe qué, los incumplimientos de compromisos escritos por parte de la empresa. Todo lo que sabían decir es que las cosas son difíciles, que hay que estar ahí para entenderlo, que los problemas vienen del comité anterior, que ellos ahora tienen el apoyo de mucha gente: ¡y no se les remueve la sangre al comprobar cómo toda esa gente ahora les reprocha su manifiesta falta de rigor, de vergüenza y hasta de amor propio!

(Todo esto igual no viene mucho a cuento... pero he estado charlando esta mañana con una buena amiga y me cuenta que todo sigue igual, que a pesar de que no hay ya reuniones de ningún tipo los miembros electos siguen sin aparecer por allí, que las cosas continúan ciñéndose a la pura y estricta arbitrariedad.)


En fin, eso. Que sigue haciendo calor, que el cielo se ha embozado otra vez, que tengo la cama sin hacer y que a ver qué hago hoy de comida...


(Y que luego, cuando la tarde vaya avanzando, les contaré de Pascin, otro excelente trabajo de Joann Sfar. Si va todo bien.)

miércoles, 12 de julio de 2006

noticia

Les dejo el enlace aquí.

Por fin tendremos la oportunidad de disfrutar de la obra de Harold Foster en una edición digna y cuidadosa. En blanco y negro, sí. Y con una traducción digna, también.

Más noticias, en la bitácora del señor Marín. Y aquí, conforme vayan llegándome.

por la ventana

Se puede ver el cielo gris engañoso, gris de tormenta sucia, gris bochorno. Se puede ver la acera, algunos papeles, un contenedor de basura abierto. Se puede ver a la gente que pasa, todos con el gesto resignado, todos con el rostro brillante por el sudor.

Se puede ver cómo el largo día avanza, lento, perezoso.

algún enlace

Dos, para ser más concretos.

Primero, el amigo Diego se une a la fiesta del tebeo nostálgico con un post que les dejo aquí para que puedan disfrutarlo y comentarlo.

Segundo, un enlace que acabo de descubrir en Locus y que tiene su gracia: ¡SciFiPedia!

Quise dejarlos aquí colgados, ambos, anoche, pero el parón de mantenimiento de Blogger me pilló, como quien dice, en bragas. Una vez más.

martes, 11 de julio de 2006

más salones


Me llega noticia de la celebración, en su edición décima, del Salón del Cómic de Cangas. Hay gente de respeto por allá arriba, de la que trabaja en serio y con toda la ilusión del mundo. Si del 17 al 23 de julio pueden acercarse, no lo duden.

Les dejo aquí un enlace para que se hagan una idea de lo que les espera. Y, abajo, para ir abriendo boca, el cartel de Mónica.


sudores

La mañana está gris, pero espesa. Nada de fresco. Un calor como del carbonífero, o yo qué sé... (Está uno poco lírico cuando no deja de sudar ya desde primera hora.)

Tengo que salir hoy. Cosa de poco, imagino. Lo justo.

Ya luego, si eso.

Buenos días. (Y tengan cuidado, ahí fuera: lo de respirar se está poniendo difícil.)

lunes, 10 de julio de 2006

de vuelta

De la tertulia lunera me he traído a casa algunos tebeos y la garganta un poco irritada de hablar.

Tebeos: Pascin, de Sfar, en edición de Ponent Mon, y otro crimen victoriano de Rick Geary.

Ya en casa, he estado viendo el CSI de Tarantino, que me ha parecido un muy buen trabajo. Los personajes están bien tratados, la tensión bien dosificada, los chistes y las chulerías en su sitio.

Del calor, ni hablamos...

¿otro lunes?

Bueno, si nos ponemos estrictos no es un lunes más: por un lado, Ratzinger Z abandonó ayer tierras valencianas (a bordo de su aeronave y rumbo a su crucero estelar, supongo, con la marcha imperial de John Williams a todo trapo en el mp3 de a bordo...); también ayer llegaba a su fin el Mundial de fútbol.




El panorama televisual e informativo queda mucho más despejado, dónde va a parar. Ahora habrá más tiempo y más espacio para la pertinaz sequía, el cambio climático, la gripe aviaria y lo de España, que sigue sin romperse, parece...

En cuanto a lo visual, habrán visto ya que he ido poniendo al día mis lecturas de Historieta. (Todavía me queda, pero hay tiempo.) Y debo aclarar que, además, estuve viendo El fantasma y la Señora Muir, una joya que ninguno de ustedes debería dejar pasar más tiempo sin recuperar. (El sueño eterno queda para esta semana.)

En lo que respecta a las lecturas sin viñetas, Brooklyn Follies de Paul Auster. He leído esta mañana un puñado de páginas y... bueno, me ha enganchado. No tiene el tono de sus primeros libros, ese aire como misterioso y cool que seduce, pero que a la larga acaba agotando. Ya les contaré.

Por lo demás, bien. Mucho calor, ya saben. Pegado al ventilador y haciendo tiempo antes de salir a curiosear en las tiendas y a la tertulia.

Eso, lunes.

Buenos días.

domingo, 9 de julio de 2006

Bardín


















Bardín es la conciencia de corcho y un ojo de pez.


Bardín pasea bajo el cielo sin diamantes, pero no todo está perdido.


Bardín a veces come anchoas y acecha en el patatal, desgarbado y azul.


Bardín es el caballero de latón, gesticula lechugas enfermas,


guarda un archivo de todas las guerras con una única letra:


C de cinismo. Bardín dibuja margaritas en la piel de las señoritas.


Bardín no es un héroe, ni falta que le hace. Tampoco a nosotros.


Bardín tocaría el piano, pero prefiere mirar por la ventana:


se ve el mar y se ve un jardín; se ve un desfile de caracoles.

100 balas

Es una serie que leo en inglés, en los tomos que van compilando las entregas mensuales. No es un título que me entusiasme, aunque debo reconocer que su lectura llega a ser estimulante en ocasiones. El trabajo de Risso, su dibujante, es eficaz. Está muy por encima del trabajo de otros artistas que trabajan en el sello Vertigo, y muy por encima de muchos historietistas que trabajan en el mercado norteamericano. Y eso que su estilo es cada vez más una pose, una fórmula a veces cansina.


Los guiones de Azzarello, por su lado, son brutales, en una línea no muy lejana de lo que Tarantino empezó a hacer en sus primeros trabajos. (Son, además, una auténtica clase magistral de slang: hay diálogos perfectamente incomprensibles, pero de fonética rítmica y precisa, casi parecen recitados hip-hop.)

Mi problema con 100 Bullets, lo admito, es que la trama central, la peripecia que vertebra la serie, todo el asunto de los minutemen y la guerra de bandas y demás... pues que me da igual. Que me aburre. Que, además, hace ya dos o tres tomos que me perdí y no acabo de aclararme... Así que leo cada nuevo libro casi de nuevas. Quizá por eso hay episodios que me parecen brillantes, espectaculares, y otros me parecen auténticas cagadas. Este último libro, Strychnine lives, tiene unos cuantos de los primeros y alguno de los segundos.

Lo mejor, eso sí, sigue siendo el trabajo del portadista, Dave Johnson. Inventivo siempre, narrativo, icónico y atmosférico.



Daniel

Fantagraphics ha descubierto el filón de las reediciones, y por ahora va por el buen camino. A Peanuts y Krazy Kat se ha añadido Hank Ketcham y su Dennis, the menace (Daniel el travieso, para nosotros). Y seguirán con el Thimble Theatre que ya compilaron hace años, pero en tapa dura y con sundays y dailies integradas (las primeras, en color): el Popeye de Segar en su esplendor.

Y estos días, después de disfrutar del quinto volumen del Complete Peanuts, estoy leyendo el segundo de Dennis. No hay mucho que decir: Ketcham era un dibujante excelente, fuera de serie. Uno de esos a los que admiran todos los ilustradores con un mínimo de interés por su oficio, y que inexplicablemente pasa desapercibido para los lectores, que suelen quedarse en la anécdota del golfillo rubio y su perro, en el chiste, la peripecia.


El universo de Daniel es la quintaesencia de esos USA de postal que hemos aprendido a amar y de cuya existencia no dejamos de dudar a diario... Están todos los elementos, utilizados con sabiduría, definidos con elegancia, estilizados hasta transformarlos en iconos ya inolvidables. El coche y el drugstore, el baseball, Papá Noel, la rubia, la canguro, la barbacoa, la casa individual con jardín, el tirachinas... Todo lo que alguna vez uno relacionó con los EEUU está. Y nadie lo dibujó nunca mejor.

Las aventuras que Daniel corre y hace correr a la gente de su entorno, mínimas catástrofes cotidianas trufadas de fantasía, de picardía, de ironía, suponen un catecismo del que autores posteriores no se han desviado jamás. Y con razón: está todo en las viñetas exquisitas de Ketcham, todo. (Otro tanto ocurre con Schulz y su Peanuts: obras maestras como Calvin & Hobbes serían inimaginables sin Dennis y Charlie Brown, y es apasionante descubrir las raíces de Waterson, entre otros muchos, en Ketcham y Schulz.)


En cuanto a su vida... es materia para un texto más elaborado. (Alguna vez quise escribir un librito al respecto, pero creo que debería alejarme de lo biográfico, si es que alguna vez me decido. No importa, cuando se habla de Daniel y su universo.) Les dejo aquí arriba una muestra de su trabajo pictórico, que denotaba su amor, además, por determinadas músicas.