domingo, 6 de agosto de 2006

ficciones

Lo que yo digo: que me cuenten historias, y que las historias me lleguen. Y me llenen. Que me emocionen.

Lo que dice el amigo Chesterton en la cabecera, aquí arriba...

Últimamente, lo he dicho ya alguna vez, todo el talento fabulador, toda la fuerza narrativa, la encuentro en las teleseries americanas. (Hay excepciones, muy de cuando en cuando, de otros países...) Todo el riesgo, todo el rompimiento que en tiempos podía uno encontrar en el cine (hasta en los tebeos, qué demonio) parece ahora haber encontrado refugio en la televisión.



Mirando estos días las direntes series que voy grabando a lo largo de la semana, las que veo en DVD, las que tengo pendientes de ver en uno u otro formato, me he dado cuenta de que, más allá de argumentos o sorpresas, más allá de estructuras, más allá de buenos guiones o actuaciones sólidas, lo que me engancha es el tratamiento de los personajes, su capacidad para provocar mi empatía.

Así, veo religiosamente cada semana Queer as folk porque sus protagonistas resultan entrañables (casi todos, claro), porque es una serie que trata de relaciones humanas y procura hacerlo siempre con una delicadeza y una cercanía sorprendentes. Porque está escrita con inteligencia y porque trata con naturalidad un ambiente que muchos no acaban aún de asimilar como... tratable. Me sorprende enterarme de que empezó a emitirse en el año 2000, y sabía ya, antes de curiosear en la red, que es relectura norteamericana de otra serie, británica y, hasta donde sé, de maneras más bruscas. Me hace mucha gracia que el personaje conductor, Michael, sea lector de tebeos de superhéroes, que su madre sea como es, que todos sus amigos sean perfectamente humanos excepto Brian, que casi casi vendría a ser su archienemigo de no ser porque es, también, su mejor amigo... si a eso se puede llamar amistad.

Y veo, también religiosamente (o casi), Anatomía de Grey, porque las series de médicos, después de Urgencias, me merecen un respeto. Y porque, a pesar de un arranque descorazonador, han sabido trenzar un excelente tapiz melodramático con abundante humor y descreimiento. Y porque sus personajes, otra vez sus personajes, saben conectar con el espectador. (Al menos, con el espectador que firma estas líneas...)

Y estoy recuperando, como dije un par de entradas más abajo, Las chicas Gilmore, que me sigue pareciendo un ejercicio fascinante de escritura que no deja de sorprenderme en cada ocasión, por su frescura, por su inteligencia, por lo emotivo de sus argumentos y de sus personajes.


Y disfruto de cada momento, ¿saben?

Hay más títulos, por supuesto. Eso, sin hablar de lo que uno va comprando de épocas anteriores: M*A*S*H, Luz de luna, Policías de NY. O de lo que uno confía en que, antes o después, podrá comprar y paladear: Hill Street Blues, Los Vengadores, Un hombre en casa, Twin Peaks.

En la espera, y entre episodio y episodio... tampoco está de más recordar que, por ejemplo, hoy empieza en A3 nueva temporada de 24, esa serie facha y delirante de la que procuraré no perderme ni una entrega esta vez, que la anterior se me escapó.

5 comentarios:

Mar dijo...

"24", yo os juro que no se qué tiene esta serie,que como dices es delirante y no se si "facha", pero me ha enganchado que no veas (confieso que ya me he visto esta temporada subtitulada jejeje), y no se... igual es lo que quiero ver pero a mi me parece que hay guiños al actual especimen que tienen gobernando, sobre todo en esta temporada.
¡Que las disfrutes!

Anónimo dijo...

¿De verdad que empatiza con los personajes de "Queer as folk"? ¿Con cual? ¿Con el que es insoportablemente gay? ¿Con el adolescente que despierta a su conflictiva sexualidad y cuya historia nos sabemos ya todos de memoria? ¿Con el putón verbenero que folla en todas las escenas que sale, por absurdo que resulte? ¿Con el manta del coma por sobredosis? ¿O con el protagonista, el único con dos dedos de frente, aparentemente, en la serie; tanto que incluso llega a ser aburrido? No sé, ví el primer episodio y la verdad es que la serie no me dijo nada, y sus personajes, como verá, menos aun (excepción hecha, ahí le doy la razón, de la madre del prota, verdaderamemte divertida, simpática y encantadora, pese al ramalazo vulgar y chabacano).

Y la de "Anatomía de Grey", las veces que la he visto, me ha parecido tan insulsa como me suelen parecer todas las series de hospitales (de las cuales, por cierto, anda pelín saturada, creo, la televisión).

Nada, que yo este verano contaba con poder ver tranquilamente "House" en Cuatro y "Perdidos" en TVE1, y resulta que me han quitado la primera por la misma cara, sin esperar al final de la temporada ni nada, y que no han estrenado la segunda de la última, como yo esperaba que hicieran. Un desastre, en fin.

Del resto de series que actualmente se emiten por televisión ninguna me atrae tanto como para tomarme la molestia de seguirlas (porque miren que se llega a hacer molesto seguir series por la tele, demonios, con lo engorroso que resulta tener que estar ante el televisor un determinado día de la semana a una determinada hora, por narices, o andar pendiente del video, en su defecto).

Un saludo.

Anónimo dijo...

Estoy con Alfred. La serie "Queer as folk" es el topicazo llevado al extremo. Tengo amigos gays y el otro día lo comentábamos, que ni a mí me gustaba ni a ellos les gustaba de puro tópico. Llevo 7 capítulos y creo que no voy a poder llegar al 22 de la primera temporada (y son 5!!!). Los únicos personajes que merecen la pena son las madres de los protagonistas, tanto la madre del de coma absurdo, como la del protagonista-narrador, como la del jovencito de historia sobradamente conocida.
Lo siento pero no es más que un intento de hacer "Sex in the city" en plan gay, tanto la una como la otra topicazo...
Además me fastidia que engañen a la peña, porque ruedan en Toronto diciendo que es Pittsburgh. Evidentemente siendo la sociedad americana como es, no los veo rodando en los escenarios naturales.
Salvo en San Francisco que es una gozada de ciudad.
Perdón por el rollo.

fcnaranjo dijo...

Kitsune: euh... imagino que si ruedan en Toronto es porque sale más barato. Es habitual, creo.

Alfred: empatizo, sí. Con el insoportablemente gay, con el manta del coma, con las madres y con el que lee tebeos. Empatizo porque, entre otras cosas, me parece que su condición gay es anecdótica. Así veo yo la serie, no como algo de gays o para gays, sino como un culebrón simpático y bien escrito que se centra en las relaciones personales de gente que es gay, como podrían ser calvos o abogados.

¿Tópicos? Sí, claro. Los justos. Va con el género.

Pero vamos, que es cosa mía...

(Ah... y siento lo suyo, amigo Alfred, con la obligación de ver las series, o lo que sea, con día y hora. Pero es lo que tiene la televisión: horarios y tal.Tiene su encanto, no crea... Los que leían por entregas a Dickens tenían el mismo problema: había que esperar una semana para saber qué pasaba luego.)

Anónimo dijo...

No, no, si mi antipatía por los personajes de "Queer as folk" no tiene relación alguna con que sean o dejen de ser gays. Me causan antipatía, respectivamente, por insoportablemente amanerado (que se puede ser gay, digo yo, sin que a uno se le vaya cayendo la pluma por todas partes; algo que por muy respetable que me parezca, no deja de ponerme algo nervioso, qué le vamos a hacer), por tópico y previsible, por putón y... bueno, pues eso, por manta. Que sean homosexuales, como usted bien señala, no deja de ser una cuestión anecdótica (aunque a mí esto de hacer series por grupos sociales, que si por aquí los negros, que si por allí los gays, que si por más allá las lesbianas, más que contribuir a la integración, me parece a mí que lo hace a la segregación y a la creación de guettos, pero bueno)

Y lo de los horarios es un suplicio, sí. Pocas series me enganchan lo suficiente como para resignarme a padecerlo. De las que andan en antena, ya digo, ninguna (bueno, sí, "Roma", pero es que esa ya la ví durante su primer pase por nuestras televisiones, así que no me vale).

Un saludo.