jueves, 17 de agosto de 2006

esos cielos


En gris.

Salí de casa y llovía. Llegué a Atocha y diluviaba.

Dejó de caer agua y subí en autobús (subimos: buena compañía, como debe ser) hacia la sede de la Fundación Mapfre para ver la exposición Klimt: Mujeres. El cielo estaba gris, había una sensación de algo pendiente, un silencio de bosque muerto: húmedo, grande. El aire olía a lluvia, a otoño, a vida.

La exposición es una experiencia: retratos íntimos, en primera persona; apuntes veloces que atrapan la belleza del gesto más delicado y personal. Sorprende la vitalidad que palpita en cada trazo, la sensualidad de las figuras. Arrebata la aparente facilidad con que el artista trabaja. Hechiza el misterio que cada imagen guarda, esa magia que Klimt sabe modelar con trazo rápido y casual.

A la vuelta, el autobús y una ciudad acharolada por la lluvia. Los árboles parecen rodeados de sombras verde oscuro, refugiados.

Los rostros vampíricos de Klimt no son fáciles de olvidar. La tarde transcurre lenta. Noticias de Valencia: una amiga languidece allí, sin saber qué camino tomar.










A la vuelta, el cielo parece una acuarela derramada, tinta y agua. Un silencio denso, vegetal, me persigue hasta casa...


Antes de acostarme, vino tinto.




Ha sido un buen día...

2 comentarios:

Mar dijo...

Sí... lo fué... este que empieza es extraordinario

Anónimo dijo...

antes de acostarse vino tinto y espero que buenos sueños, Despues de un dia asi,lo merece.