jueves, 6 de julio de 2006

once upon a time...

Hace ya muchos años, no sé bien cuántos. Yo debía estar en el colegio aún... Estaba, sí, en esa edad en la que todo se mezcla y uno no se aclara de nada. (No es que hoy me aclare más... pero ese es otro tema.) Esa edad en la que todavía no se han abandonado los juegos más bobos, o ingenuos, pero existe ya el pálpito de maravilla cuando se descubre el dulce dibujo del escote de esa mujer que se inclina cerca nuestro, y la vista se nubla y no se acierta a hablar sin caer en el tartamudeo y el rubor.

Ha habido más títulos, más tebeos y más personajes: recuerdo el Comanche de Hermann, que descubrí en los Mortadelo (o una cabecera similar), o el Sir Tim O'Theo del gran Raf. Recuerdo el Spiderman clásico y recuerdo a Jabato y al Corsario de Hierro. Pero me quedo con Rob Riley, que sé ahora que dibujó Jesús Blasco para los británicos.

Yo estaba ingresado en La Paz, para operarme de no sé qué minucia en la garganta: una fístula, algo similar. Ingresado en la planta de cirugía maxilofacial: freakshow, o poco menos. Había pacientes sin nariz, había pacientes con injertos en la cara. Había un puñado de enfermeras que nos trataban, a los pocos niños que allí estábamos, como a reyes. Había gente ingresada con el rostro apuñalado de cristales: accidentes de tráfico. Había una atmósfera inverosímil, de tonos sepia y olor a desinfectante.

Y tebeos. Los familiares que venían de visita traían siempre alguno, y yo los devoraba ya antes de que ellos se fueran. Álbumes de Mortadelo y Filemón (en tapa dura: un hallazgo para mí, entonces). Y libros de Los Cinco, claro. Pero tebeos, sobre todo.

No sé quién fue, pero una tarde alguien apareció con un grueso tomo en blanco y negro. Se titulaba Rob Riley, se desarrollaba en un internado inglés. Su protagonista era rubio y tenía cara de manzana y un amigo negro. Iban de uniforme, claro. Sus aventuras pasaban rápidamente de las previsibles escaramuzas escolares a la conspiración internacional, el secuestro, el contrabando... Estaba todo dibujado con esa suerte de realismo tétrico que Blasco desarrolló en sus trabajos británicos, de claroscuro afilado y mancha certera.

Leí el tomo prácticamente de un tirón, hasta que la madre del chavalín que ocupaba la cama de al lado, vencida por el sueño, me pidió por favor (era valenciana y encantadora; y rubia) si no podía dejarlo para el día siguiente... Me quedaba nada, un puñadito de páginas para terminar, pero apagué la luz y tardé un buen rato en dormirme. Tenía electricidad corriendo por mis venas.

Leí el tomo varias veces, lo guardé como oro en paño. Lo compartí, lo redescubrí cada poco.

Y lo perdí, claro.

Sin embargo, no se me ha ido nunca de la cabeza. Estoy seguro de que hoy, si lo recuperara, su lectura resultaría reveladora, como lo fue entonces... Quizá de otra manera, claro... pero reveladora, en cualquier caso.

Muchos han sido, después (y hasta ayer mismo), los títulos, personajes o autores que me han deslumbrado por una u otra razón. La lista sería larga, confusa y desconcertante. Pero pocos han tenido el impacto irracional que tuvo Rob Riley...

(Al cabo de poco, me operaron. Me recuperé. Cuando me dieron de alta llovía a mares y recuerdo que mi madre le quitó el taxi a otro tipo, que se quedó en la acera mirando cómo nos alejábamos sin hacer un gesto, empapado. Los primeros días de la vuelta a clase fueron una fiesta: mi cicatriz me hizo más protagonista de lo que nunca había sido...)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso recuerdo de cuando uno se dá cuenta del mundo encerrado en libros..

Y también... acerca de la cruel realidad de los bisturís.

Anónimo dijo...

http://www.tising.es/racolecc/tebeos.htm

Aquí lo tienen en venta. Son 75 euros, es caro,y seguro que se puede encontrar mucho mas barato rebuscando, pero, en fin,por si se anima a recuperarlo ahí esta la tentación del click inmediato de internet .

Anónimo dijo...

¡Ays Don F!

¡es usted un degenerado!

¡Asocia sus recuerdis a trozos de papel!

¡que le conste que asi nunca llegará a nada en la vida!

¡Que lo sepa!

:)

maria josé dijo...

Fnaranjo: veo cómo ese tebeo le impactó, y le dejó marcado para siempre, y no creo que se haya perdido. Que lo tiene usted bien grabadito en su memoria.
Preciosos recuerdos...
;)

Octavio B. (señor punch) dijo...

una pregunta (cae aquí, pudo caer en la carcel papelera...) ¿alguien va a centralizar un enlace a todos los que posteamos tebeos del recuerdo?.
Ah, yo, por pillarme a traspiés, le dedico todo mi espacio a uno y sólo a uno.
reflexión: creo que con este juego se van a advertir las ligeras diferencias de edad (que no diría generacional, pues eso es mucho separar).
Yo por ejemplo no puedo ser de Dumbo, aunque leí mucho dumbo, pero de rebote. Yo soy purito superhéroes de un rombo, para adultísimos ;)