miércoles, 5 de julio de 2006

autómatas (de papel)


Me tomo un ligero descanso en la lectura del Heike Monogatari: no es el libro más aconsejable para lectura de metro, pide más un sillón, un ventilador cerca, unas horas por delante para dejarse invadir por el relato, para paladear las imágenes...

Me decido por El coleccionista de almas perdidas, de Irene Gracia. Algo les comenté ya, hace unos días, cuando leí una reseña en Babelia. Me decidí, una vez hojeado, y debo decir que me está gustando. Hay texturas brumosas, hay personajes de inverosímil plasticidad, hay una cualidad onírica y turbadora en cada párrafo. No está a la altura de mi querida Pilar Pedraza, ni que decir tiene... pero es que nadie está a su altura. Y hay una cierta voluntad alegórica, me atrevo a decir, de la que alegremente (y menos mal) carece la autora de La perra de Alejandría.

Autómatas, humanos que lo parecen, engranajes lúbricos... Una prosa cuidada, arenosa y de sabor añejo... Afán gótico, atmósfera húmeda, tormentosa... La sombra de Hoffmann (de sus personajes, más bien: Coppelia, el Hombre de Arena...).

Andaba buscando algo así...

1 comentario:

maria josé dijo...

Pues ya está arreglado...
Buena lectura. Yo tengo a mis libros dejados de la mano de dios.
Saludos, señor fnaranjo.