domingo, 9 de julio de 2006

100 balas

Es una serie que leo en inglés, en los tomos que van compilando las entregas mensuales. No es un título que me entusiasme, aunque debo reconocer que su lectura llega a ser estimulante en ocasiones. El trabajo de Risso, su dibujante, es eficaz. Está muy por encima del trabajo de otros artistas que trabajan en el sello Vertigo, y muy por encima de muchos historietistas que trabajan en el mercado norteamericano. Y eso que su estilo es cada vez más una pose, una fórmula a veces cansina.


Los guiones de Azzarello, por su lado, son brutales, en una línea no muy lejana de lo que Tarantino empezó a hacer en sus primeros trabajos. (Son, además, una auténtica clase magistral de slang: hay diálogos perfectamente incomprensibles, pero de fonética rítmica y precisa, casi parecen recitados hip-hop.)

Mi problema con 100 Bullets, lo admito, es que la trama central, la peripecia que vertebra la serie, todo el asunto de los minutemen y la guerra de bandas y demás... pues que me da igual. Que me aburre. Que, además, hace ya dos o tres tomos que me perdí y no acabo de aclararme... Así que leo cada nuevo libro casi de nuevas. Quizá por eso hay episodios que me parecen brillantes, espectaculares, y otros me parecen auténticas cagadas. Este último libro, Strychnine lives, tiene unos cuantos de los primeros y alguno de los segundos.

Lo mejor, eso sí, sigue siendo el trabajo del portadista, Dave Johnson. Inventivo siempre, narrativo, icónico y atmosférico.



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