lunes, 18 de julio de 2005

lunes, 18: el retorno

Eso, que ya estoy aquí. Cansado, con más sueño atrasado del que debiera y un pelín quemado por el sol y por el aire salado; pero muy contento, muy relajado, muy satisfecho. Y con muchas ganas de ponerme las pilas y hacer un montón de cosas... (Es el resultado que provoca la sobredosis de actividad y entusiasmo que se experimenta en la Semana Negra año tras año.)

Sí, les contaré qué tal, con detalles y todo, pero no ahora mismo: es largo y no tengo mucho tiempo hoy. Comentarles sólo que he compartido una horas con Calatayud, he conocido a gente como Espinosa, perfectamente encantador; he estado cerquita de Pilar Pedraza, y hasta de Torres Oliver, que todavía no se me ha pasado el escalofrío de placer; me he emocionado en el homenaje a los autores que, de una u otra forma, constituyeron mi bautizo de fuego, mi puesta de largo, en esto de los tebeos en serio: García y Giménez y Ventura y demás.

Y esta mañana, al despertarme, he echado de menos el ladrido de las gaviotas.


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Al tajo, en fin.

Me cuenta el amigo Calvo, desde el Norte galaico, que se está celebrando ahora mismo el Salón de Cangas, en el que participan Horacio Altuna, Javier Pulido, Fran Bueno y Marcos Calo.

Se han dicho por ahí algunas bobadas: demasiados salones, semanas y jornadas de la cosa en los lugares más lejanos... ¿Qué problema hay? (Aparte de no poder ir a todo, claro... que mañana vuelvo al curro, ¡ay!) Cuantos más seamos, mejor. Me parece.

Queda dicho, pues. Si pueden, no duden en acercarse por Cangas. Pinchen aquí y vean lo que nos perdemos los que no podemos ir...


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En lo que respecta a mañana... he estado charlando con gente del trabajo, y la cosa está peor de lo previsto (que ya era malo). El caos, la dejadez... Vamos de culo.
Les iré contando las novedades, que serán jugosas, imagino. Aunque a mí no vayan a hacerme ni puta gracia.
Y les contaré de Gijón, ya les digo... despacio.