viernes, 3 de junio de 2005

viernes veneciano

Pero no por que llueva ni nada: Fábula de Venecia. Una hermosa historia de magias y de gatos y de ocultos callejones, prólogo definitivo de la última época de las aventuras de Corto Maltés, cuando lo simbólico, lo esotérico, se solapó con la Gran Aventura, y el dibujo de Pratt se alejó de manera definitiva de los clásicos para adentrarse en los dominios del signo, de la caligrafía y del ideograma.

La edición, en dos álbumes, de El País recoge la de Norma: coloreada y remontada con respecto de su publicación original (con beneplácito, parece, del autor). Es cierto que Hugo Pratt no prestó nunca atención a la plancha como unidad lingüística, se centraba en la viñeta y en el avance lineal de la historia. Y es cierto que el coloreado, suave, brumoso, tiene un aire muy similar a sus propias acuarelas, y no es en absoluto intrusivo. (Especialmente a partir de este libro, con un trazo tan fluído y un tratamiento de los blancos y de los negros... tan plástico, tan oriental.) Es cierto, también, que a uno le da no sé qué pudor disfrutar de un libro que no se publica como el autor lo concibió en un principio...

El caso es que Fábula de Venecia es uno de los Corto Maltés que más me han gustado de siempre. Quizá sólo la aventura en Siberia y alguna entrega de Las Célticas lo superan, en mi personal agenda de favoritos. Así que esta edición desdoblada en dos, con su(s) tapa(s) dura(s), me parece un regalo. Si pueden (y si quieren), si no lo conocen, háganse con ella y déjense llevar.



(La semana próxima, un Peanuts y La Marca Amarilla, el clásico imprescindible de Jacobs. No son, tampoco, opciones desdeñables.)



**********

Con respecto a la nueva oferta juvenil de El País, eso titulado EP3 que incluye contenidos digitales gratuitos, además, debo decir que, hojeado con cierto desinterés, viene a ser una versión deslavazada y confusa del Tentaciones. Los mismos contenidos y una maquetación que no distingue las publicidades de los artículos.

Aburrido.